martes, 3 de julio de 2012

Una victoria ensombrecida


REFORMA: Una victoria ensombrecida (Pág.13)
Eduardo R. Huchim

El triunfo de Peña Nieto se ensombrece por su ilegal propaganda de tv cuando fue gobernador, por su gasto excesivo de campaña y por la compra y coacción del voto.
La alternancia partidaria en el poder es normal en la democracia y, por lo general, pone de relieve la vitalidad democrática. Desde este punto de vista, sería celebrable la victoria del PRI -que regresa a Los Pinos después de dos sexenios- y su candidato Enrique Peña Nieto. Sin embargo, hay hechos que ensombrecen la victoria priista y le restan legitimidad. He aquí algunos de ellos:
a) La propaganda televisiva del candidato triunfador a lo largo de al menos cinco años, en abierta violación al artículo 134 constitucional (que prohíbe la propaganda personalizada). Después de las revelaciones de Jo Tuckman en The Guardian, que ampliaron los hallazgos de Jenaro Villamil, de Proceso, quedan pocas dudas de un acuerdo Televisa-Peña Nieto que permitió la construcción de una candidatura presidencial desde la tv. Contra lo que señaló Peña en el primer debate, la televisión sí hace presidentes y el 1ro de diciembre él mismo será una prueba viviente de ello.
b) El ostentoso dispendio de la campaña priista expresado en el excesivo número de espectaculares, costosas actuaciones de grupos musicales, miles de autobuses utilizados para el transporte de los asistentes a mítines, traslado del candidato y sus colaboradores en aviones y helicópteros privados, millones de piezas utilitarias... La Unidad de Fiscalización del IFE nos informará en enero, por virtud de la auditoría anticipada que acordó el Consejo General, cuántas veces rebasaron, Peña Nieto y la coalición que lo postuló, el tope de gastos de campaña fijado en 336 millones de pesos. Habrá probablemente una gran sanción para el PRI-PVEM y su candidato, pero nada más. Hay ahí una importante falla de nuestro arreglo institucional que exige corrección: no debe admitirse que un triunfo en las urnas pueda conservarse si se obtiene violando la Constitución y las leyes.
c) El hecho que enturbió más la elección presidencial fue la compra y coacción del voto, practicada sobre todo por el PRI. Cientos de casos fueron documentados en la prensa impresa y en la redes sociales, en particular por el movimiento #YoSoyl32 y Todos contamos. Hay quienes sostienen que esa ilegal operación no incide mayormente en los resultados, pero esto no es posible saberlo con exactitud, por más que sea presumible una importante influencia  de otro modo difícilmente se haría-. Estudios de Alianza Cívica han determinado una incidencia de aproximadamente 20% de sus encuestados, pero aun suponiendo que no tuviera grandes efectos sobre las cifras finales, es de todos modos un delito electoral. Adicionalmente, la compra y coacción del sufragio implica lucrar con la pobreza y envilecer la democracia, por más que sea vista como normal por amplias porciones de la sociedad mexicana y por más que también ocurra en otros países. La gravedad de un delito no disminuye por el hecho de que se lo practique en muchas partes.
Ante esta circunstancia, resulta sumamente lamentable la poca efectividad de las autoridades comiciales, sobre todo la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), cuya ineficacia es proverbial. ¿Cuántos operadores serán llevados ante el juez por la gran compra de votos del domingo? Seguramente no muchos.
En la otra cara de la moneda, resulta gratificante la masiva participación ciudadana -más del 63% de la lista nominal- en la jornada electoral. Ver a cientos de ciudadanos formados bajo la lluvia para entregar su voto a otros cientos de ciudadanos-funcionarios de casilla es, evocando a Gene Kelly, un canto a la democracia Convendrá que la fortaleza cívica inmanente en esos hechos se traduzca en escudo y lanza para defenderse de la regresión que puede suponer el retorno del viejo partido hegemónico al poder presidencial y, también, para avanzar en las reformas social y democráticamente útiles para México. En este sentido, será deseable que López Obrador continúe su trabajo por el cambio que postula y que, en esta ocasión, tuvo un poyo de más de 15 millones de ciudadanos que, aun cuando fueron insuficientes para ganar, representan un tercio de los votantes. La trinchera puede ser distinta, pero la meta debe mantenerse y la lucha también.
Las casas encuestadoras que señalaron cerca de 20 puntos porcentuales de ventaja de Peña sobre AMLO tendrán que revisar su metodología para detectar por qué se alejaron tanto del reporte del PRÉP: alrededor de 6.5 puntos de diferencia Más cercana, la última de Reforma le dio 10 puntos de ventaja a Peña, con +/-2.7 de margen de error.

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