REFORMA: Una victoria
ensombrecida (Pág.13)
Eduardo R. Huchim
El triunfo de Peña Nieto se ensombrece por su ilegal propaganda de
tv cuando fue gobernador, por su gasto excesivo de campaña y por la compra y
coacción del voto.
La alternancia partidaria en el poder es normal en la democracia
y, por lo general, pone de relieve la vitalidad democrática. Desde este punto
de vista, sería celebrable la victoria del PRI -que regresa a Los Pinos después
de dos sexenios- y su candidato Enrique Peña Nieto. Sin embargo, hay hechos que
ensombrecen la victoria priista y le restan legitimidad. He aquí algunos de
ellos:
a) La propaganda televisiva del candidato triunfador a lo largo de
al menos cinco años, en abierta violación al artículo 134 constitucional (que
prohíbe la propaganda personalizada). Después de las revelaciones de Jo Tuckman
en The Guardian, que ampliaron los hallazgos de Jenaro Villamil, de Proceso,
quedan pocas dudas de un acuerdo Televisa-Peña Nieto que permitió la
construcción de una candidatura presidencial desde la tv. Contra lo que señaló
Peña en el primer debate, la televisión sí hace presidentes y el 1ro de
diciembre él mismo será una prueba viviente de ello.
b) El ostentoso dispendio de la campaña priista expresado en el
excesivo número de espectaculares, costosas actuaciones de grupos musicales,
miles de autobuses utilizados para el transporte de los asistentes a mítines,
traslado del candidato y sus colaboradores en aviones y helicópteros privados, millones
de piezas utilitarias... La Unidad de Fiscalización del IFE nos informará en
enero, por virtud de la auditoría anticipada que acordó el Consejo General,
cuántas veces rebasaron, Peña Nieto y la coalición que lo postuló, el tope de
gastos de campaña fijado en 336 millones de pesos. Habrá probablemente una gran
sanción para el PRI-PVEM y su candidato, pero nada más. Hay ahí una importante
falla de nuestro arreglo institucional que exige corrección: no debe admitirse
que un triunfo en las urnas pueda conservarse si se obtiene violando la
Constitución y las leyes.
c) El hecho que enturbió más la elección presidencial fue la
compra y coacción del voto, practicada sobre todo por el PRI. Cientos de casos
fueron documentados en la prensa impresa y en la redes sociales, en particular
por el movimiento #YoSoyl32 y Todos contamos. Hay quienes sostienen que esa
ilegal operación no incide mayormente en los resultados, pero esto no es
posible saberlo con exactitud, por más que sea presumible una importante influencia de otro modo difícilmente se haría-. Estudios
de Alianza Cívica han determinado una incidencia de aproximadamente 20% de sus
encuestados, pero aun suponiendo que no tuviera grandes efectos sobre las
cifras finales, es de todos modos un delito electoral. Adicionalmente, la
compra y coacción del sufragio implica lucrar con la pobreza y envilecer la
democracia, por más que sea vista como normal por amplias porciones de la
sociedad mexicana y por más que también ocurra en otros países. La gravedad de
un delito no disminuye por el hecho de que se lo practique en muchas partes.
Ante esta circunstancia, resulta sumamente lamentable la poca
efectividad de las autoridades comiciales, sobre todo la Fiscalía Especializada
para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), cuya ineficacia es
proverbial. ¿Cuántos operadores serán llevados ante el juez por la gran compra
de votos del domingo? Seguramente no muchos.
En la otra cara de la moneda, resulta gratificante la masiva
participación ciudadana -más del 63% de la lista nominal- en la jornada
electoral. Ver a cientos de ciudadanos formados bajo la lluvia para entregar su
voto a otros cientos de ciudadanos-funcionarios de casilla es, evocando a Gene
Kelly, un canto a la democracia Convendrá que la fortaleza cívica inmanente en
esos hechos se traduzca en escudo y lanza para defenderse de la regresión que
puede suponer el retorno del viejo partido hegemónico al poder presidencial y,
también, para avanzar en las reformas social y democráticamente útiles para
México. En este sentido, será deseable que López Obrador continúe su trabajo por el cambio que
postula y que, en esta ocasión, tuvo un poyo de más de 15 millones de
ciudadanos que, aun cuando fueron insuficientes para ganar, representan un
tercio de los votantes. La trinchera puede ser distinta, pero la meta debe
mantenerse y la lucha también.
Las casas encuestadoras que señalaron cerca de 20 puntos
porcentuales de ventaja de Peña sobre AMLO tendrán que revisar su metodología
para detectar por qué se alejaron tanto del reporte del PRÉP: alrededor de 6.5
puntos de diferencia Más cercana, la última de Reforma le dio 10 puntos de
ventaja a Peña, con +/-2.7 de margen de error.
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