MILENIO
[Duda razonable]: La dolorosa pérdida de una buena herramienta (Pág. 14)
Carlos Puig
Ciro Gómez Leyva anunció el lunes
en la noche en MILENIO Noticias que por lo pronto, esta casa se retira de
patrocinar y publicar encuestas electorales. El anuncio es producto de un trago
muy amargo para esta empresa informativa, cuando el domingo por la noche los
resultados de las elecciones se alejaron, y mucho, de lo que el miércoles
anterior habíamos dado a conocer. Esa encuesta fue la última en la serie diaria
—tracking poll— que por primera vez se intentó en México para una elección
presidencial.
Con la entereza que le conocemos
los que hace muchos años tenemos el privilegio de trabajar con él, Ciro ha
pedido disculpas a lectores, televidentes y radioescuchas en nombre del grupo
MILENIO, y ha aceptado que, en esta ocasión, fallamos.
La novedad del ejercicio de
MILENIO/GEA-ISA, el hecho de que fuera dado a conocer todos los días por todas
nuestras plataformas, y la relevancia de nuestra marca, ha puesto el foco en
nuestro ejercicio.
Pero la elección ha sido un
desastre para toda la industria que se dedica a la investigación de la opinión
pública y los medios que confiaron en ella. El último promedio de 6 encuestas
publicadas ponía en 16 puntos la ventaja entre Enrique Peña Nieto. Es decir, 10
puntos porcentuales de diferencia con lo que en verdad sucedió.
Se vea como se vea, eso es una
catástrofe mayor.
De poco servirá hoy celebrar que
algunas se salvan porque estuvieron más cerca. Esas mismas que ahora le
atinaron estuvieron muy lejos hace seis y tres o cuatro años. Nadie se salva:
el candidato de las izquierdas presentó, unos días antes de las elecciones, un
estudio que lo ponían dos puntos arriba de Peña, el PAN publicó otra en la que
su candidata estaba en el segundo lugar.
Escucho algunas primeras
explicaciones de los expertos, de los dueños de las casas encuestadoras y los
oigo un poco pasmados, estupefactos. Los últimos meses habían vivido en el
confort de la homogeneidad, en el que todos coincidían en sus resultados. Así,
todos han fallado.
Se han lanzado acusaciones de
corrupción con ligereza. Ninguna probada. Se han equivocado encuestadores de izquierda,
derecha y centro, grandes y pequeños. El problema está en otra parte y, por los
resultados, parece grave.
Ya se reunirán entre ellos,
analizarán sus técnicas, sus métodos.
Por lo pronto, después de esta
elección pasará un tiempo para que en el país alguien confíe en una encuesta
electoral.
Una lástima. En cualquier país
desarrollado se da por sentado que los estudios de opinión son de fiar.
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