EXCÉLSIOR [Arsenal]: Déjà
vu (Pág. 4)
Francisco Garfias
Lo
adelantaba Pablo Gómez al terminar la sesión del Consejo General del IFE. “La
lucha política no se va a terminar. Se va a poner aún más dura”, nos dijo el
senador del PRD.
Eran
casi las diez de la noche del domingo. Las encuestas de salida daban triunfador
a Peña Nieto en la elección presidencial. Sebastián Lerdo de Tejada, representante
del PRI ante el IFE, acababa de llamar a la unidad nacional, durante su
intervención en el Consejo.
Eso
irritó a Gómez. “Estos cuates creen que estamos en la década de los 50”,
criticó el experimentado parlamentario.
El
tono de Pablo era reflejo de la frustración de la izquierda y de las
tentaciones que nos acechan.
López
Obrador no tardó en dar color. No cree ni confía en las instituciones. Le
resulta fácil desconocer la palabra empeñada. No sabe perder.
A
media noche, tres horas después de que Josefina reconociera su derrota,
declaró: “No está dicha la última palabra”.
La
tarde de ayer destapó su juego. No reconoce el triunfo del priista. Lo va a
impugnar. Ya no estaban allí ni Cuauhtémoc Cárdenas ni Marcelo Ebrard ni Juan
Ramón de la Fuente.
El
Peje dio rienda suelta al Peje. ¿Pacto de Civilidad? ¡Ajá! La salida fue fácil.
“No suscribí ese convenio para cancelar mis derechos como ciudadano y acudir a
las instancias correspondientes”, justificó, entre rabiosos aplausos de sus
seguidores.
Déjà vu
El
de ayer, en el Hilton Alameda, fue un mitin-conferencia de prensa. A Andrés no
le faltaron palabras para descalificar la elección. “Fue demasiado sucia”,
dijo.
“El
candidato del PRI usó dinero a raudales en la compra del voto y que fue
patrocinado, en exclusiva, por los medios de comunicación.” (Milenio y Televisa
recibieron mención especial).
Va
a acudir a todas las instancias y a presentar las pruebas. Llamó a sus
seguidores a recabarlas. ¿Será porque no las tiene?
“La
elección estuvo plagada de irregularidades antes, durante y después del
proceso. La actitud de Felipe Calderón (quien reconoció el triunfo del priista)
es una prueba más”.
El
Peje se coló hasta la cocina. A los millones que votaron por Peña Nieto “y que
no padecen pobreza” los acusó de apostar por un “sistema de corrupción”.
“Es
muy duro lo que digo, pero es la realidad”, recalcó.
A
sus seguidores los convocó a “no bajar la guardia” (¿será pelea o elección?).
Dejó claro que él no va a sofocar la inconformidad. “La responsabilidad
institucional recae en el IFE y en el Trife. Son ellos los que tienen que dar
la cara”, recalcó.
Permitió,
complaciente, que lo que supuestamente era una rueda de prensa se transformara
en un mitin. Los reporteros preguntaron bajo presión de los pejefans.
Uno
de ellos, el último que habló, se dio incluso el lujo de acusar a los
reporteros de seguir órdenes.
“Les
pregunto: ¿Van a volver a hacer la misma porquería que hace seis años? Si lo
van a hacer, avísennos para tomar otras medidas y no volverlos a ver jamás.”
López
Obrador se cuidó, eso sí, de no llamar a la movilización. No puede darse el
lujo de dilapidar el respetable capital político recuperado.
Ayer
nos enteramos que los candidatos de la Coalición Movimiento Progresista ganan
los dos senadores en seis entidades: DF, Guerrero, Morelos Oaxaca, Tabasco, y
Tlaxcala.
Se
llevan las gubernaturas de Tabasco, con el buen Arturo Núñez, y Morelos, con
Graco Ramírez. Además, obvio, de la Jefatura de Gobierno capitalino, con Miguel
Mancera. Acapulco y Cuernavaca serán gobernadas también por la coalición de
izquierda. Y eso sin contar que serán la segunda fuerza en la Cámara de
Diputados.
La
moderación fue clave en la recuperación de la izquierda. Ni a los gobernadores
ni a los alcaldes electos, sean del PRD, el PT o Movimiento Ciudadano, les
conviene la polarización. “Ellos van a ser contrapeso a cualquier tentación de
prolongar el conflicto electoral”, nos dijo una fuente cercana al equipo de
Andrés.
Otro
perredista, Fernando Belaunzarán, ex ceuista, no imagina a Andrés Manuel
convocando a un conflicto poselectoral. “Habrá marchas, críticas a la falta de
equidad y prácticas con la compra de votos, pero no dilapidará el capital
político”, aseguró.
Ojalá no se
equivoque.
A
las 18:44 del domingo recibimos la llamada de la casa de campaña de Josefina.
Era la invitación a la conferencia que daría Josefina para reconocer que las
tendencias no le favorecieron. Del otro lado de la línea, la voz reflejaba
impotencia, coraje, frustración por el hielo amigo. “Le aplicaron las tres
erres: ni recursos ni respaldo ni reconocimiento. Por ella no quedó…”, nos
dijo. Mal, ¿no?
Enrique
Peña Nieto ya opera con los gobernadores. Sabemos que le llamó al zacatecano
Miguel Alonso para darle las gracias. Y es que, después de dos sexenios, esa
entidad vuelve a ser un bastión priista. Fue el estado donde el candidato del
tricolor sacó arriba de 50% de los votos.
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