Julián Andrade |
Josefina Vázquez Mota dio una lección de dignidad a una
clase política que suele ser bastante poco afecta a la conciliación y a
la autocrítica.
Uno de los momentos centrales de cualquier elección democrática es que se acepten los resultados, y más aún desde la derrota.
La candidata presidencial del PAN, al reconocer que los resultados no
le eran favorables, conjuró, al menos en parte, el fantasma del 2006,
ya que en aquella ocasión Roberto Madrazo, el abanderado priista, no
quiso despejar el camino asumiendo que estaba en el tercer sitio de
preferencias electorales.
Vázquez Mota es una política talentosa y le tocó enfrentar un momento
difícil con una candidatura que nunca terminó de despegar, o en la que
los ajustes ya no resultaron suficientes.
Colocó el tema de la mujer en el centro de su propuesta y lo hizo sin estruendo ni polarización. Sonaba bien, pero no alcanzó.
A pesar de ello es un activo para su partido, el PAN, porque vienen
tiempos de reflexión y de toma de decisiones ante una derrota que ya se
dibuja como catastrófica.
Los panistas tendrán que responder, y pronto, qué quieren de su partido y dónde se piensan colocar en lo futuro.
La derrota en Jalisco, donde la ultraderecha hundió al PAN en uno de
sus bastiones más importantes, es una señal de lo que no funcionó y, más
aún, de lo que no puede generar ganancias en una época de modernidad y
tolerancia.
Morelos se cuece aparte y ahí el mal gobierno panista es responsable
de otra derrota, que si se suma, explica al menos una parte de la gran
debacle del domingo.
También quedó claro que se equivocaron de enemigo, ya que no era el
PRI el que representaba un riesgo para la agenda que a final de cuentas
construyeron respaldados por esa organización durante décadas.
Lanzaron sus baterías contra Enrique Peña Nieto y esto terminó por
beneficiar al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador,
quien los mandó a una tercera posición, inusitada el tratarse de un
partido todavía en el poder.
Felipe Calderón obtuvo en 2006 15 millones de votos, y Vázquez Mota
se encuentra en 12 millones 288 mil sufragios, de acuerdo con las
cuentas del domingo. La pérdida es de 2 millones 712 mil votos.
Quizá por ello algunos panistas piensan que lo urgente es rescatar la
vena liberal del partido y fortalecer la idea de nación que los hizo
crecer en el norte del país y seducir inclusive a sectores de la
izquierda, en el año 2000.
Pero aún más, ya que el compromiso democrático del panismo también
funcionó para catapultar a figuras como Luis H. Álvarez y Carlos
Castillo Peraza.
La pasada elección muestra que hay una gran franja de electores que
prefiere la moderación y resulta evidente que quien seduzca a sectores
que no encajan ni en el voto duro ni mucho menos en los extremo ganará
el futuro.
julian.andrade@razon.com.mxTwitter: @jandradej |
martes, 3 de julio de 2012
La lección de Josefina
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