No habrá regreso al pasado:
expertos
Excélsior (Pág. 14)
José Carreño
El resultado de las elecciones del domingo fue legítimo y consagró
a la izquierda como segunda fuerza del país, pero colocó al triunfador, Enrique
Peña Nieto, y al Partido Revolucionario Institucional (PRI), frente a un reto,
coincidieron analistas internacionales.
De hecho, apuntó Armand Peschard Sverdrup, si bien no hubo
sorpresas el resultado demuestra que pese a su victoria el PRI “no ha
conquistado” la confianza de los electores ni los ha convencido de que está en
un cambio generacional.
Pero también indicó que el resultado es lamentable en tanto que
mientras las naciones demandan gobiernos con capacidad de decisión el estado de
las democracias eligen gobiernos sin esa capacidad, en el marco de lo que
definió como una cultura política confrontacional.
“No hay regreso al pasado... no hubo carro completo ni regresa la
presidencia imperial. El PRI tendrá que negociar en la Cámara de Diputados,
pues no tendrá la supermayoría requerida para hacer reformas estructurales”,
comentó Francisco González, de la Universidad de Johns Hopkins, quien fue
observador acreditado en los comicios.
Sin embargo, para Pamela Starr, de la Universidad del Sur de
California, no hubo sorpresas ni en la victoria del PRI, el desplome del
Partido de Acción Nacional o la fuerza mostrada por el Partido de la Revolución
Democrática.
“El resultado se siente sorprendente porque el PRI se había
convencido de que iba a barrer en la elección. En ese sentido, el resultado fue
una lección de humildad para el PRI: realmente no habrá un regreso al pasado... El PRI, al menos
a escala nacional, tendrá que gobernar democráticamente”, aseguró.
Para Robert Pastor, catedrático de la American University de
Washington, D.C., y asesor para temas latinoamericanos del ex presidente Jimmy
Cárter, subrayó que “el PRI ha cambiado porque México ha cambiado”, y consideró
evidente que los mexicanos han optado por la democracia: “La alternancia en el
poder es crítica para la democracia, y eso ayuda a explicar el resultado”.
En declaraciones para Excélsior, varios “mexicanólogos”
establecidos en Estados Unidos destacaron la victoria de Peña Nieto y la
necesidad de gobernar de forma distinta a la de sus predecesores históricos,
con negociaciones con otros partidos para lograr su agenda legislativa.
El PRI “tiene mandato para gobernar con legitimidad democrática, pero
el mandato es acotado y requiere de humildad y flexibilidad”, advirtió
González, de SAIS. “Esto puede frenar en algo su agenda, pero también ase
gura que se escuche a más voces y
deberá aliviar algunas de las preocupaciones sobre un retorno del PRI”, comentó
Shannon O`Neil, del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York. Peña Nieto
“enfrenta un reto formidable, no sólo de lograr sus metas y energizar al pueblo
mexicano, también para convencer de cooperar a miembros de los otros partidos
políticos”, subrayó Pastor.
Al mismo tiempo, George
Grayson, del Colegio de William and Mary, pronosticó que si bien
los mexicanos le darán un periodo de “luna de miel”, la popularidad de Peña
Nieto “se derretirá más rápido que una paleta helada en el desierto de Sonora
si no actúa con rapidez para reducir el derramamiento de sangre”.
O`Neil aseveró que “es tiempo de que los ganadores comiencen el
proceso de transición, que formen sus prioridades políticas y de gobierno, y
por el bien de México que lleven adelante los cambios necesarios para ayudar a
la nación a ser más fuerte y más competitiva desde el primero de diciembre”.
John Bailey, de la Universidad de Georgetown, dijo creer que el
PRI tendrá el poder necesario para legislar, pero se preguntó cómo se organizarán
las “tribus” de la izquierda en el Congreso mientras auguraba que el PAN “está
condenado a vagar un buen rato por el desierto”.
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