Francisco Garfias
Otra
vez el dilema de la izquierda. Palomas versus halcones. Jaloneos entre
radicales y moderados. El intenso y recurrente debate interno sobre el camino a
seguir para “limpiar” la elección presidencial. El fantasma de la polarización
al acecho. “Hay quienes quieren recorrer nuevamente el camino de 2006”, admite,
con franqueza, el senador Carlos Navarrete.
Las
palabras del legislador trajeron a la memoria imágenes de marchas, plantones,
bloqueos, adelitas, movilizaciones. Un replay de hace seis años. El mismo
protagonista a la cabeza de la protesta: Andrés Manuel López Obrador. Cambia el
rol del villano: Sale Calderón. Entra Peña Nieto.
Navarrete
precisa que hay otra parte de la izquierda, moderada e institucional, que exige
no apartarse del marco legal. El coordinador de los senadores del PRD pertenece
a este bloque. Está en la línea del “voto por voto” que promueve López Obrador,
pero declara, sin vericuetos, que si el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación ratifica el triunfo de Peña Nieto, una vez resueltos los
recursos de impugnación, “hay que reconocerlo”.
En
el bloque de los moderados se ubica la mayoría de los triunfadores en la
elección del pasado primero de julio. Tienen mucho que perder. Una polarización
les resultaría inconveniente. Los de Morena dicen que a este grupo pertenecen
Miguel Mancera, jefe de Gobierno electo del DF; y los gobernadores electos de
Morelos, Graco Ramírez, y de Tabasco, Arturo Núñez. El actual alcalde capitalino,
Marcelo Ebrard, el ex regente Manuel Camacho, el diputado Guadalupe Acosta, el
propio Carlos Navarrete.
“Entre
todos tenemos que cuidar el proceso”, puntualiza el senador.
Los
radicales de la izquierda repiten que por ningún motivo van a reconocer el
triunfo de Peña Nieto. Son los que ya no tienen mucho que perder. En este
bloque estarían López Obrador, su coordinador de campaña, Ricardo Monreal, el
petista Alberto Anaya y Dante Delgado.
Entre
los duros corre la versión de que peñistas y calderonistas se han reunido ya,
en un par de ocasiones, para tratar el tema de las llamadas reformas
estructurales. La fiscal, la energética, la laboral. El objetivo sería aprobar
por lo menos una de ellas, en esta misma Legislatura. Es decir, evitarle los
costos políticos a Peña Nieto.
Monreal
ya dio color. Se inconformó con el anuncio del IFE de que el “voto por voto” se
realizará en 78 mil 14 casillas (54% del total). Obrador y los suyos quieren
revisión de las 143 mil casillas que se instalaron el primero de julio. Alegan
que se violaron los principios rectores del proceso: imparcialidad, equidad.
Según
el zacatecano, el Instituto dejó pasar una oportunidad de serenar el país, al
negarse al recuento de todas las casillas. Nada perdía con revisar las 143 mil
casillas electorales. Eso hubiera generado una condición de tranquilidad en
todos los sectores, estimó.
Al
interior del PAN nos dicen que Gustavo Madero gana tiempo para ver cómo fluyen
las grillas de aquí a que se reúna el CEN, el próximo lunes y, en un segundo
momento, el Consejo Nacional, el 11 de agosto próximo. La “mayúscula derrota”
que el azul sufrió en las elecciones —así la calificó el jefe nacional—
despertó apetitos. Le quieren dar golpe de Estado, sacarlo de la residencia.
Pero él se aferra diciendo que se provocaría un vacío de poder.
Garganta
Azul pronostica que Madero puede quedarse, al menos, hasta final del año.
Eso
le permitiría nombrar a los coordinadores parlamentarios del PAN en cada
Cámara. Es una prerrogativa del jefe nacional. Allí, en el Congreso, radicará
gran parte de la fuerza que le queda al PAN.
En
Nuevo León la cosa está que arde. El triunfo del panista Fernando Larrazabal,
candidato a diputado por el noveno Distrito federal, sobre el priista Aldo
Fasci, está en el alambre. El ex alcalde de Monterrey trae menos de mil votos
de diferencia.
Lo
mismo sucede con la elección de los senadores en la entidad. La fórmula del
PRI, Marcela Guerra e Ivonne Álvarez, le gana por 0.86% a sus adversarios del
azul: Raúl Gracía y Alejandra Sada.
En
ambos casos habrá recuento. La ley así lo prevé.
Allí
mismo, en Nuevo León, se produjo una paradoja, dadas las circunstancias. El
candidato a diputado federal panista, Homero Niño de Rivera, ex vocero del CEN,
fue electo con más de 50% de los sufragios en el Distrito que abarca Santa
Catarina y San Pedro. Bien ganada la llamada de felicitación que le hizo el
presidente Calderón.
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