Carlos
Loret de Mola
Ni siquiera fue la escalinata principal de Los Pinos el
escenario para la foto de la cúpula panista que acudió con el presidente Felipe
Calderón tras la derrota del domingo. Para la gráfica que apareció en primeras
planas de varios periódicos, se acomodaron en la escalera de atrás, de la
residencia Lázaro Cárdenas, que el sexenio pasado usó Martha Sahagún de Fox
como oficina central.
La foto es para rescatar toda suerte de mensajes
políticos: Calderón al centro en primera fila, flanqueándolo la candidata Josefina
Vázquez Mota y el dirigente nacional Gustavo Madero; el secretario Alejandro
Poiré, el ex secretario Ernesto Cordero y El Jefe Diego Fernández de Cevallos,
también hasta adelante; sonrientes gobernadores y ex gobernadores del grupo
conservador El Yunque, como Juan Manuel Oliva, Marco Antonio Adame, Emilio
González Márquez y Alberto Cárdenas; en medio del grupo, el ex dirigente Germán
Martínez y el ideólogo don Luis H. Álvarez; en la última fila, en la esquina,
el único sin sonrisa, Roberto Gil, el coordinador de la campaña.
Cuentan algunos de quienes estuvieron ahí que la mayor
parte del tiempo de la reunión fue empleado en apapachar a Josefina, vapuleada
anímica y políticamente tras obtener el 25% de los votos y llevar al partido en
el poder al tercer lugar. Algo de arrepentimiento quizá habrá entre los
asistentes a la cita porque no se vio el músculo panista ni hubo el apoyo que
la candidata esperaba.
Los que quisieron tomaron la palabra. Todos fueron
generosos en el discurso con la candidata. Luego vino la justificación de
Gustavo Madero, quien a diferencia de Germán Martínez en 2009, cuando el PAN
tuvo un descalabro electoral, no sólo no puso su renuncia sobre la mesa sino
que defendió que lo mejor era quedarse. Justificó la derrota culpando marcadamente
a las televisoras. En la reunión no se definió que dejara la dirigencia
nacional blanquiazul. Lo mejor, lo más jugoso, llegó después, cuando entre los
miembros de la cúpula panista salió al tema el apoyo del ex presidente Vicente
Fox —no fue convocado antier a Los Pinos— al candidato priísta Enrique Peña
Nieto.
“¡No se merece ni el proceso de expulsión!”, exclamó con
su habitual vehemencia el llamado Jefe Diego Fernández de Cevallos, ante la
duda sobre si debería ser inhabilitado definitivamente del PAN, como le sucedió
al ex dirigente Manuel Espino, quien terminó sumado a la campaña del priísta
mexiquense.
No hubo ni una sola voz que defendiera o pidiera
comprensión al ex presidente panista. No hubo, pues, ni un solo “amigo de Fox”.
El acuerdo fue desdeñar a Fox, no iniciar un proceso interno en su contra ni
expulsarlo formalmente, sino aplicarle una especie de expulsión de facto.
¿Quién se va a quedar con el PAN? ¿Los calderonistas con
Margarita Zavala a la cabeza? ¿Josefina, que dio la pelea? ¿El Yunque? ¿Fox?
¿Creel? ¿Alguna mezcla de todos? Veremos.
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