Sergio Sarmiento
`La
elección, a todas luces, no fue ni equitativa ni limpia`. Andrés Manuel López
Obrador.
José
Woldenberg corrió con suerte. Todavía el 2 de julio del 2000, cuando era
presidente del IFE, Vicente Fox hablaba de un gran fraude electoral que se
maquinaría con apoyo de Televisa. Sin embargo, antes de que hubiera resultados
del PREP, sobre la base de encuestas de salida y conteos rápidos, el presidente
Ernesto Zedillo y el candidato del PRI, Francisco Labastida, reconocieron el
triunfo de Fox, que tuvo un margen de 6.4 por ciento.
Las
cosas fueron mucho más difíciles para Luis Carlos Ugalde, quien manejó unos
comicios que se resolvieron por una diferencia de 0.56 por ciento. El candidato
en segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador, nunca reconoció el resultado y
al final Ugalde y otros consejeros electorales fueron destituidos por haber
cumplido la ley en vigor.
Para
este 1o. de julio la gran esperanza era que la contienda, sin importar el
ganador, se resolviera por una diferencia amplia. Efectivamente, el triunfador
obtuvo, según el PREP, una ventaja de 6.5 puntos porcentuales o 3.2 millones de
votos. Pero de nada sirvió. López Obrador ha desconocido una vez más el
resultado.
Woldenberg
ha señalado que `pueden producirse irregularidades en una casilla o en un
conjunto de casillas, pero un fraude maquinado centralmente es imposible`. El
ex presidente del IFE
lo
dice no por inclinación política hacia el PRI -él es más bien un hombre de
izquierda- sino por su conocimiento del sistema electoral.
¿Tiene
razón López Obrador en afirmar que por segunda ocasión ha sido víctima de un
fraude? Andrés Manuel dice que hubo compra de votos... y quizá tiene razón. Hay
indicios de que todos los partidos recurrieron a esta práctica, pero los
mayores responsables parecen haber sido los priistas. El problema es cómo
cuantificar esta compra. No hay información para saber cuánto se gastó ni
cuántos votos cambiaron de destino. La simple recepción de una despensa del PRI
-o de una tarjeta de ayuda a adultos mayores del gobierno capitalino- no
garantiza el sufragio de un ciudadano. El propio López Obrador pidió a los
electores durante la campaña que aceptaran los regalos del PRI y votaran de
conformidad con su conciencia ¿Por qué cambió de opinión ahora y piensa que
estas prácticas son motivo de nulidad de toda la elección?
López
Obrador también señala una supuesta inequidad en la cobertura de medios. Sin
embargo, el monitoreo del IFE, elaborado por técnicos de la UNAM, desmiente
esta afirmación. Y si bien es cierto que Peña Nieto gozó de una cobertura
importante de radio y televisión antes de la campaña, también la tuvieron el
jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, y el propio López
Obrador, quien estuvo en campaña durante seis años.
Si
el fraude fue producto de inequidad en medios o de compra de votos, ¿por qué
hay que volver a contar todos los votos? Ricardo Monreal dice que hay
irregularidades en 113 mil de las 143 mil actas. Es posible. Pero como ya quedó
de manifiesto cuando se abrieron 2,800 paquetes en 2006, la enorme mayoría son
simples errores de los ciudadanos que participaron de forma voluntaria en las
casillas. Cuando se abrieron esos 2,800 paquetes sólo se encontraron errores
que se compensaban unos a otros... y eso que se abrieron principalmente
casillas en que había ganado Calderón.
Escribo
esta reflexión antes de conocer el recuento de 78 mil paquetes, más de la mitad
de los 143 mil de la elección. Habrá que ver los resultados, pero no me hago
ilusiones. Me parece que López Obrador no aceptará ningún resultado electoral
que no sea su triunfo.
EL
SORIANA
Una
vez más se castiga al menos culpable. Cientos de personas acudieron a un
Soriana en Iztapalapa para hacer compras con supuestas tarjetas del PRI (que el
partido niega sean suyas). El gobierno del Distrito Federal ha reaccionado
cerrando la tienda… porque supuestamente no tenía un plan de protección civil.
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