EL UNIVERSAL [Editorial]:
Contrapeso no es división (Pág. 16)
Redacción
Con el Programa de Resultados Electorales Preliminares ya
concluido, todo parece indicar que en los próximos tres años el partido del
Presidente de la República no tendrá mayoría en la Cámara de Diputados. Esta
composición ayudará a limitar posibles excesos del Ejecutivo, pero al mismo
tiempo trae al recuerdo la parálisis legislativa de principios de siglo. De la
habilidad negociadora de los principales actores políticos dependerá cuál de
esos dos caminos se seguirá a partir de ahora.
Han pasado ya tres lustros desde que por primera vez en la
historia contemporánea del país la Cámara de Diputados dejó de tener mayoría
absoluta de un solo partido: el PRI. Desde entonces se han logrado avances
legislativos, pero también han quedado muchos rezagos.
Periodos de ausencia de reformas se han alternado con momentos de
producción legislativa dependiendo de los buenos, o malos, oficios tanto de
coordinadores parlamentarios como de interlocutores del Poder Ejecutivo. Por
desgracia ese equilibrio ha dependido de acuerdos no siempre explícitos y
frágiles en periodos electorales.
No existe, por ejemplo, previsión legal de qué hacer en caso de
que el presupuesto anual no haya sido aprobado por el Congreso antes del 1 de
enero.
Escenario que ya se presentó en 2003 con una Cámara de Diputados
dividida y cuya solución improvisada fue “congelar” el reloj legislativo, un
invento no considerado en norma alguna.
Especialistas y legisladores han propuesto solucionar el riesgo de
confrontación permanente Ejecutivo-Legislativo con una reforma del Estado que
obligue a la formación de mayorías legislativas capaces de actuar. En ese
sentido, la experiencia internacional clásica es la de un sistema parlamentario
en el que a partir de alianzas en el Congreso se forman gobiernos.
Desafortunadamente, la propia división entre partidos al interior de las
Cámaras ha impedido tomar una decisión clara al respecto.
Lo cierto es que el presidencialismo del siglo XX no es el que
regresa y por lo tanto la fuerza política gobernante estará forzada a negociar.
Cabe esperar que la oposición asuma una postura responsable ante esta situación
y limite al Ejecutivo siempre que deba hacerlo, sin que ello implique boicotear
al gobierno en turno.
Hay mucho por hacer como para seguir perdiendo tiempo en
confrontaciones estériles.
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