El detalles es que casi nunca proyectamos lo que puede suceder. Las enfermedades provovadas por la obesidad no sólo son cuestión de vida o muerte, sino también afecta la economía y el acceso a la salud a otras personas. Si se redujera la tendencia al sobrepeso, se podría invertir menos en los tratamientos de ésta, y por lo tanto, ocupar ese dinero en otros sectores.
Dejo una columna que explica con mayor detalle la situación en la que nos encontramos.
Gorditos y diabéticos |
 |
Enrique Quintana
18 May. 12
Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, dicen. En materia de obesidad, el dicho se ajusta a la realidad mexicana
Las estadísticas más recientes de la OCDE en materia de salud nos dan la medalla de plata en materia de obesidad en la población adulta, con un 30 por ciento del total. Sólo nos aventaja Estados Unidos, con el 34 por ciento.
Tome en cuenta que no estamos hablando meramente de sobrepeso, donde las cifras serían mucho más altas, sino del nivel de sobrepeso que ya corresponde a la obesidad.
Sin embargo, en México el problema es más preocupante que para nuestros vecinos del norte por la tendencia que tiene.
Durante la primera década del siglo, el porcentaje de población obesa en EU creció en tres puntos porcentuales, mientras que en México lo hizo en seis puntos.
La razón del crecimiento es la prevalencia del sobrepeso (incluyendo obesidad) entre los niños.
Dentro de los países de la OCDE, México se coloca en cuarto lugar, con un 28 por ciento de niños con exceso de kilos y con un 29 por ciento de niñas.
El País que se lleva los lauros, paradójicamente, es al que le han pedido que se apriete el cinturón, pues el 45 por ciento de los niños de Grecia tiene sobrepeso, lo mismo que el 37 por ciento de las niñas.
Sólo para contrastar en el otro extremo. En China, el sobrepeso afecta sólo al 5 por ciento de los niños y jóvenes. Son explicables entonces algunos de sus resultados en las competencias deportivas.
Donde México no tiene competidor es en la diabetes. Somos el número uno en la OCDE.
Las estadísticas señalan que el 10.8 por ciento de la población entre 20 y 79 años padece diabetes, obviamente asociada a los altos índices de sobrepeso y obesidad.
Este perfil de la salud tiene implicaciones financieras atemorizantes.
A México le cuesta la diabetes casi 800 millones de dólares por año, algo así como 10 mil millones de pesos.
El costo por paciente es de alrededor de 710 dólares por año en México, aunque en Estados Unidos supera los 10 mil dólares.
Estas cifras amenazan con dispararse en nuestro País, pues las causas de la diabetes allí están, tanto en los adultos como en los niños.
El problema no es sólo para la medicina pública sino para el bolsillo de millones de personas, pues se calcula que el 50 por ciento de los gastos derivados de la atención de la enfermedad son sufragados directamente por los pacientes.
Y no se ve cómo se le pueda dar la vuelta. Los estilos de vida en niños y jóvenes se han hecho cada vez más sedentarios, tanto por las nuevas tecnologías como incluso por la inseguridad.
Y hay más. Como sólo vamos al médico cuando nos sentimos mal, resulta que al menos un 30 por ciento de los diabéticos no saben que lo son y se van a enterar cuando les aparezca una complicación.
Los costos futuros implicados en el tratamiento de esta enfermedad son de miles de millones de dólares y amenazan con reventar las finanzas de las instituciones públicas y de muchas familias.
Un gobierno obeso, al que nunca le alcanza el dinero por lo mal que lo asigna pareciera simplemente ser la proyección de lo que sucede con miles de mexicanos en el ámbito micro.
Ojalá pronto nos demos cuenta de la emergencia nacional que representa el problema.
Mientras tanto, ¿se va a comer el fin de semana un tamal con su atolito?
http://www.reforma.com/editoriales/negocios/658/1314017/default.shtm
18 May. 12
Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, dicen. En materia de obesidad, el dicho se ajusta a la realidad mexicana
Las estadísticas más recientes de la OCDE en materia de salud nos dan la medalla de plata en materia de obesidad en la población adulta, con un 30 por ciento del total. Sólo nos aventaja Estados Unidos, con el 34 por ciento.
Tome en cuenta que no estamos hablando meramente de sobrepeso, donde las cifras serían mucho más altas, sino del nivel de sobrepeso que ya corresponde a la obesidad.
Sin embargo, en México el problema es más preocupante que para nuestros vecinos del norte por la tendencia que tiene.
Durante la primera década del siglo, el porcentaje de población obesa en EU creció en tres puntos porcentuales, mientras que en México lo hizo en seis puntos.
La razón del crecimiento es la prevalencia del sobrepeso (incluyendo obesidad) entre los niños.
Dentro de los países de la OCDE, México se coloca en cuarto lugar, con un 28 por ciento de niños con exceso de kilos y con un 29 por ciento de niñas.
El País que se lleva los lauros, paradójicamente, es al que le han pedido que se apriete el cinturón, pues el 45 por ciento de los niños de Grecia tiene sobrepeso, lo mismo que el 37 por ciento de las niñas.
Sólo para contrastar en el otro extremo. En China, el sobrepeso afecta sólo al 5 por ciento de los niños y jóvenes. Son explicables entonces algunos de sus resultados en las competencias deportivas.
Donde México no tiene competidor es en la diabetes. Somos el número uno en la OCDE.
Las estadísticas señalan que el 10.8 por ciento de la población entre 20 y 79 años padece diabetes, obviamente asociada a los altos índices de sobrepeso y obesidad.
Este perfil de la salud tiene implicaciones financieras atemorizantes.
A México le cuesta la diabetes casi 800 millones de dólares por año, algo así como 10 mil millones de pesos.
El costo por paciente es de alrededor de 710 dólares por año en México, aunque en Estados Unidos supera los 10 mil dólares.
Estas cifras amenazan con dispararse en nuestro País, pues las causas de la diabetes allí están, tanto en los adultos como en los niños.
El problema no es sólo para la medicina pública sino para el bolsillo de millones de personas, pues se calcula que el 50 por ciento de los gastos derivados de la atención de la enfermedad son sufragados directamente por los pacientes.
Y no se ve cómo se le pueda dar la vuelta. Los estilos de vida en niños y jóvenes se han hecho cada vez más sedentarios, tanto por las nuevas tecnologías como incluso por la inseguridad.
Y hay más. Como sólo vamos al médico cuando nos sentimos mal, resulta que al menos un 30 por ciento de los diabéticos no saben que lo son y se van a enterar cuando les aparezca una complicación.
Los costos futuros implicados en el tratamiento de esta enfermedad son de miles de millones de dólares y amenazan con reventar las finanzas de las instituciones públicas y de muchas familias.
Un gobierno obeso, al que nunca le alcanza el dinero por lo mal que lo asigna pareciera simplemente ser la proyección de lo que sucede con miles de mexicanos en el ámbito micro.
Ojalá pronto nos demos cuenta de la emergencia nacional que representa el problema.
Mientras tanto, ¿se va a comer el fin de semana un tamal con su atolito?
http://www.reforma.com/editoriales/negocios/658/1314017/default.shtm
No hay comentarios:
Publicar un comentario