lunes, 27 de agosto de 2012

La marca de la vergüenza

El Universal, Pág. 40
Redacción

El cobrador del frac, un hombre con maletín, traje y sombrero de copa negros y camisa blanca, solía generar temor en Centroamérica: los prestamistas lo enviaban a pararse frente a las casas de personas con deudas añejas para exhibirlas como "mala pagas", avergonzarlas ante sus vecinos y seguirlas al trabajo u otro sitio para que el bochorno fuera mayor.

Aunque la costumbre del incómodo individuo se perdió, ha surgido una versión adaptada a nuevas realidades y cuestionada por defensores de derechos humanos: la policía de Nicaragua lanzó un plan de combate al narcomenudeo que alienta a los nicaragüenses a marcar viviendas con el rótulo "Aquí se vende droga".

Acompañadas por efectivos policiales, barriadas nicaragüenses acostumbran realizar marchas pacíficas y pintar las viviendas reconocidas como expendios de drogas, en lo que se convierte en presión popular sobre la policía de Nicaragua para que ataque a los narcotraficantes.

"Son movilizaciones en las que se le dice a la policía: ‘aquí se vende droga'. Hay expendedores que han tenido que irse a otro barrio", señaló el comisionado mayor Fernando Borge, vocero policial de Nicaragua. "Y ha habido barrios en los que la gente detecta a los que vienen de un barrio que los sacó por vender droga, no los dejan asentarse y entonces tienen que irse. Hay reproche y movilización social", relató, durante una entrevista con EL UNIVERSAL.

Con información aportada por los pobladores, los lugares usados para vender droga son detectados e investigados para allanarlos y capturar a sus operadores, subrayó. "Estamos incidiendo fundamentalmente sobre abastecedores de droga al narcomenudeo", confirmó.

Tras negar que los policías marquen casas, explicó que si la población señala los sitios de venta de estupefacientes ilícitos quizás no avergüence a sus ocupantes, pero obliga a la policía a investigar, confirmar las denuncias y allanar para detener a los supuestos traficantes.

"La gente anda en movilización contra la droga y la policía la protege y acompaña en esas marchas. No hay miedo, no hay temor para indicarle a la policía dónde se vende droga", aseveró, al descartar el riesgo de arbitrariedades.

El trabajo es parte de la "Operación Coraza Popular", que fue lanzada en febrero pasado en los 153 municipios de Nicaragua por la Policía Nacional y con elementos preventivos de drogadicción -en familias, comunidades y centros educativos-, institucionales -para rescatar, desintoxicar, rehabilitar y reinsertar a las víctimas- y policiales.

Lesiones sociales

La marca de viviendas inquieta a ONGs como el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y la Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua (CPDH).

Al pintar una casa con "Aquí se vende droga", se alienta el miedo, el odio y la discriminación social, según Cenidh. "Cuestionamos a la Policía porque esto violenta los derechos humanos", advirtió el nicaragüense Marcos Carmona, director ejecutivo de la CPDH.

En una entrevista con este periódico, Carmona declaró que las pintas en casas son "un show mediático de la policía ante la población, para que se diga que combate la narcoactividad. Pero hay una lesión a los derechos humanos de las personas, cuando se les expone con marcas en sus casas sólo porque se supone que venden estupefacientes".

Con las marcas, lamentó, se viola la propiedad privada y existe el peligro de "afectar la integridad" de otros ocupantes de las casas, como niños y adolescentes, "a los que se expone a la crítica ante la sociedad".

"Se violan sus derechos humanos porque les lesionan la parte sicológica. Lamentablemente, si a alguien se le señala como ladrón, seguirá señalado como ladrón. No hay respeto a la dignidad de las personas y la policía no contribuye a evitar esas cosas. La narcoactividad se combate erradicando a los cárteles fuertes y la policía sabe quiénes son los grandes expendedores y no actúa", insistió.

Pero el portavoz policial respondió que aunque se reconoce el impacto sobre menores y adolescentes que viven en expendios de droga, el combate en barriadas se coordina con el Ministerio de la Familia y la Comisaría de la Mujer.

"Es fácil criticar sin proponer ninguna otra alternativa", replicó Borge.

"Hay una preocupación que debe primar: proteger a la juventud y a la sociedad y al futuro de Nicaragua. Si la Operación está encaminada a frenar el narcomenudeo, a rescatar a los jóvenes, a articular el trabajo de la sociedad para construir espacios cada vez más seguros, lo que se debería de hacer es propositivamente. Y si (los activistas de derechos humanos) dicen que no les gusta algo, que propongan", dijo.

Pago en especie

Con una posición geográfica clave entre los centros de producción de cocaína en América del Sur y los grandes mercados de consumo en Estados Unidos, Nicaragua sufre el embate de los cárteles del narcotráfico internacional que utilizan corredores aéreos, terrestres y marítimos de Centroamérica para poder contrabandear drogas.

Investigaciones del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas de Nicaragua revelaron que ocho fuertes grupos de narcotraficantes, en especial ligados a colombianos, operan en la costa caribeña nicaragüense, mientras que las mafias mexicanas están desplegadas en Managua y Rivas, en el sector del Pacífico del país. La cúpula policial nicaragüense admitió el año pasado que 17 bandas locales respaldan a las narcomafias en el Pacífico de Nicaragua.

En un país en el que investigadores del fenómeno tenían identificados, para diciembre de 2011, más de 600 "narcoexpendios" en sus barriadas, el narcomenudeo es un negocio alimentado por una práctica que, de acuerdo con agencias antidrogas centroamericanas, los contrabandistas colombianos y mexicanos aplican hace varios años en sus operaciones de transporte de droga de Colombia a México, vía Centroamérica.

En vez de pagar con dinero en efectivo a sus socios del istmo por la venta de combustible para lanchas y aeronaves, alquiler de bodegas y vehículos y por otros servicios en la logística general y demás detalles del tráfico de estupefacientes, colombianos y mexicanos cancelan sus deudas con paquetes de cocaína.

Para recuperar su inversión con ganancias, los centroamericanos deben crear sus cadenas de tráfico interno para vender la droga recibida como pago, con lo que estimulan el consumo local y aumentan las redes de delincuencia. Esta misma situación se repite en el mercado nicaragüense.

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