miércoles, 17 de octubre de 2012

HAY QUE DUDAR

La señorita de la caja me miró con extrañamiento. Le dije que no. Sé que no soy el único que lo hace y sin embargo me miró feo, igual que como se mira a quien no comparte su postre o el último de sus cigarros. Me preguntó si quería redondear  mis centavos. ¿Para qué?, respondí. Para la educación de los niños, dijo. ¿Los míos? repliqué. No, los de México, atacó. No, gracias yo hago mi parte de otra forma, terminé. La gente en la fila no entendió mi misantropía. Estrechos. De lo anterior, culpo al gobierno y su mala administración. Religiosamente me descuentan los impuestos. Impuestos que deberían ser distribuidos en favor de todos. Por ende, nadie debería donar de su dinero. 

TIMBRE: "Pensando siempre que cuando los ángeles viajan sale el sol". León Gieco

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