domingo, 23 de enero de 2011

CUESTIÓN DE LENGUAJES


En el mismo lugar dos escenas similares, con distinto histrionismo y por obviedad con distante resultado.

La primer mujer de unos 70 años aproximadamente, aborda el tren en San Cosme con dirección Cuatro Caminos, estación en la que un policía murió a manos de dos soldados que fumaban marihuana y que al ser sorprendidos apuntaron su arma contra el uniformado (http://www.milenio.com/node/626967). La anciana lleva consigo una canasta con escasos dulces que ofrece mientras conserva lastimosamente el equilibrio. Un niño desde su asiento le grita a su madre sentada frente de él “Yo quiero” pero la madre responde que NO. La anciana con su marcado cabello blanco, se aferra al tubo para no caer y con una voz baja continúa ofreciendo sus dulces. El niño mira los dulces de nuevo. Su padre sentado dos lugares a la derecha de la madre saca tres pesos en moneda, se los entrega al pequeño, éste los coje y pretende intercambiarlos por algo de la canasta. El padre le llama la atención y con puntual paternidad le indica que sólo le regale las monedas. El niño entonces desdibuja su sonrisa y extiende la mano de manera autómata. Nadie en el vagón es ajeno al primer acto de la obra que concluirá en breve. La mujer continúa aferrándose con todas sus fuerzas al tubo para no caer en el próximo enfrenón. Un joven mira los dulces, toma una paleta y paga con una moneda de diez pesos, la abre mientras espera que la anciana le dé su cambio. Durante esa transacción el padre que le dio las monedas al menor, saca cincuenta pesos y vuelve a entregárselos a su hijo y de nuevo argueye; “regálaselos a la señora”, el segundo acto no es tan diferente al primero, pero sí más aplaudido y de cierto modo más conmovedor. Tras el obsequio, una mujer le toma dos paletas y le da un billete de veinte pesos, le dice que así está bien. La anciana continúa tomando con firmeza al tubo para no caer, mientras intenta sacar el cambio que le debe al joven quien comienza a sentir una especie de culpa colectiva y le dice a la vendedora senil, “Así está bien, déjelo así”. Las puertas se abren y la anciana sale feliz de haber ganado ochenta y tres pesos en 3 estaciones estaciones.

Sube otra vendedora, joven como de 20 años. Con peculiar y nasal tono ofrece su producto. Nadie le compra...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que vendió la señora no fue paletas, sino imàgen y lástima que es de lo más vendido hoy día.
Si no me crees, ahi tienes el Teletón, el Movimiento Azteca y las campañas altruistas que se ocupan de utilizar el dinero de los demás con una imágen de beneficencia para sacar una lanota ;)